HUERTO
ECOLOGICO
Día a
día nos damos cuenta de la importancia de consumir alimentos frescos, sanos y
ecológicos. Continuas investigaciones en todo el planeta dejan claro, por un
lado, los beneficios de una alimentación sana y equilibrada, con abundancia
de verduras y frutas frescas, y, por otro lado, advierten de los serios
peligros para la salud, a corto y largo plazo, de la presencia en los
alimentos de restos de plaguicidas y de infinidad de sustancias tóxicas que
se han ido añadiendo en los procesos de producción, transformación o
comercialización.
Escándalos
como el de las vacas locas o los pollos con dioxinas son sólo la punta del
iceberg de una industria agroalimentaria centrada en la obtención de los
máximos beneficios al mínimo coste y basada en la mecanización de todos los
procesos productivos y el uso y abuso de abonos químicos, herbicidas y
plaguicidas, que fuerzan a la naturaleza a producir más allá de unos límites
que permitirían mantener un mínimo equilibrio biológico y ecológico del
entorno. A la negra marea de residuos tóxicos, cancerígenos o alteradores
hormonales, con desastrosos efectos sobre la salud de los consumidores (y de
los agricultores), se está añadiendo una larga lista de plantas modificadas
genéticamente (OGM), con las que se promete aumentar la producción mundial de
alimentos (aunque las experiencias de cultivos a gran escala demuestran que
no es así), pero de las que se ignora por completo las posibles repercusiones
negativas en cuanto a desequilibrios ecológicos y más aún en lo referente a
la salud de los consumidores de tales productos.
JUSTIFICACION
Todo
ello nos lleva a plantearnos la necesidad de consumir alimentos con garantía
de producción ecológica, si realmente estamos preocupados por nuestra salud,
la de nuestros hijos y la del planeta en su conjunto.
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Se
puede alegar que consumir productos biológicos o ecológicos resulta caro y no
está al alcance de todos los bolsillos, pero hay que tener presente que los
alimentos de producción convencional consiguen mantener precios bajos a base
de mecanizar e industrializar los procesos de producción y, sobre todo,
forzar las plantas cultivadas con infinidad de agroquímicos.
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Valga de ejemplo una simple y cotidiana lechuga, tan familiar en la mayor parte de las mesas. Su producción con métodos naturales (sin forzar) suele conllevar que tal lechuga permanezca un mínimo de dos o tres meses en la tierra (absorbiendo nutrientes vitales y realizando fotosíntesis a partir de la radiación solar), mientras que su homóloga de cultivo químico estará en la tienda a los 50 días, como máximo, gracias a un desarrollo acelerado forzado con nitratos, agua y fitohormonas de aceleración del crecimiento vegetal. Los desequilibrios ecológicos y biológicos a los que se ven sometidas las pobres lechugas (y el resto de cultivos) se traducirán en una gran propensión a padecer toda clase de plagas y enfermedades, que serán controladas con plaguicidas químicos, parte de los cuales permanecerán como residuos en la planta al ser cosechada y en el momento de consumirla. La competencia de las llamadas malas hierbas se controlará básicamente a base de herbicidas, de los que tanto se está abusando que sus residuos empiezan a detectarse en las capas freáticas subterráneas e incluso en el agua potable de la mayoría de zonas agrícolas.
Por
todo ello, el mayor precio de los productos ecológicos está más que
justificado, pero cuando la precaria economía familiar no nos permite acceder
a ellos nos queda el plantearnos su cultivo en función de nuestras
posibilidades.
Muchos
pensarán que esto es difícil o imposible, pero lo cierto es que, cuando se
desea y se dispone de un espacio, por pequeño que sea, de algunos ratitos al
día o a la semana y de un mínimo de información básica, resulta algo tan
sencillo como gratificante, e incluso terapéutico, ya que, además de producir
alimentos sanos y ecológicos, las labores en el huerto o en el balcón
comestible suponen un acercamiento y un contacto directo con la vida y la
naturaleza, al tiempo que realizamos el ejercicio indispensable para
mantenernos sanos y en buena forma. En la práctica, un huerto familiar no
requiere ni demasiado tiempo ni demasiado esfuerzo, aunque sí exige un mínimo
de ganas de trabajar y cierta sensibilidad hacia la naturaleza.
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Es
interesante apreciar las bondades de la tendencia de la agricultura vertical para producir alimentos de consumo
personal, como para aumentar el contacto con la naturaleza, generar bienestar
en las personas y contribuir al embellecimiento de espacios públicos y
privados. En muchos lugares la agricultura urbana y específicamente los huertos
verticales son fuente de un gran interés y desarrollo, así que ¿por qué no
partir en casa?
OBJETIVO
El
objetivo del presente trabajo es presentar una propuesta de para cultivar
especies vegetales en casa aprovechando el espacio y utilizando materiales
económicos y de fácil adquisición.
HUERTOS
VERTICALES
Los
huertos verticales plantean una solución al problema de los espacios reducidos
en las ciudades, ya que permiten cultivar una amplia gama de plantas que van
desde las ornamentales medicinales , aromáticas y hortalizas, hasta, por qué
no, pequeños frutales en espacios como balcones, terrazas, azoteas, patios
cementados, o en cualquier lugar donde la tierra es de difícil acceso. Lo
importante es no restringir nuestra imaginación y plantearnos el desafío de
construir un huerto vertical doméstico.
Cualquiera
puede experimentar la creación y construcción de su propio huerto o jardín
vertical, sujeto a limitaciones presupuestarias, espaciales y familiaridad
con el cultivo de plantas. La intención principal de este trabajo es crear un
huerto atractivo, fácil de manejar, que nos produzca un beneficio productivo,
estético y ambiental.
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MATERIALES
1 tubo de PVC de 1.20 m aproximadamente.
Una cubeta
Botellas de PET
Tierra
Semillas o plantas
Procedimiento
1. Se
hacen perforaciones en los costados del tubo de PVC.
2. Se
recortan botellas de PET para crear bases y se fijan en las perforaciones del
tubo con cinta.
3. Se
rellena de tierra la cubeta y el tubo.
4. Se
decora con pintura.
5. Se
siembran semillas o se trasplantan plantas diversas, pueden ser comestibles,
ornamentales o aromáticas.
6. Se
riega regularmente.
CONCLUSIONES
Esta forma de cultivo demuestra
tener múltiples beneficios, entre los que podemos destacar:
·
Posibilita la producción de alimentos
para autoconsumo, puesto que pueden cultivarse especies comestibles.
·
Optimización del espacio, incluso en las
aéreas urbanas donde las viviendas son pequeñas o no cuentan con un jardín. Así
que es posible que en un departamento pequeño se cuente con un huerto de este
tipo.
·
Fomenta el reciclaje, ya que pueden
aprovecharse todo tipo de materiales en su construcción.
·
Es económico dado que el material
requerido es de fácil adquisición e inclusive material que de otra forma seria
desechado.
·
Tiene función ornamental, puesto que es
posible cultivar especies florales además que puede decorarse el huerto según
el gusto del propietario.
Por
todo lo anterior, se puede concluir que los huertos verticales son una
alternativa viable a la falta de espacio en las ciudades, además de contribuir
a la economía domestica y también la disminuir el problema de la contaminación
del aire.
FUENTES
DE INFORMACION
http://www.guioteca.com/plantas-y-energia/como-hacer-un-huerto-vertical-1%C2%AA-parte/
http://llamadoalaconciencia.wordpress.com/2012/01/15/como-hacer-un-huerto-vertical-con-botellas-desechables/
http://elblogverde.com/huerto-casa/
No entiendo para qué es la cubeta que se usa en el huerto
ResponderEliminarPara llenarla de tierra! XD segun el post! :) jijiji
Eliminarpara el agua ¬.¬"
ResponderEliminar..................
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