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lunes, 28 de mayo de 2012

Huerto Vertical





HUERTO ECOLOGICO
Día a día nos damos cuenta de la importancia de consumir alimentos frescos, sanos y ecológicos. Continuas investigaciones en todo el planeta dejan claro, por un lado, los beneficios de una alimentación sana y equilibrada, con abundancia de verduras y frutas frescas, y, por otro lado, advierten de los serios peligros para la salud, a corto y largo plazo, de la presencia en los alimentos de restos de plaguicidas y de infinidad de sustancias tóxicas que se han ido añadiendo en los procesos de producción, transformación o comercialización.
Escándalos como el de las vacas locas o los pollos con dioxinas son sólo la punta del iceberg de una industria agroalimentaria centrada en la obtención de los máximos beneficios al mínimo coste y basada en la mecanización de todos los procesos productivos y el uso y abuso de abonos químicos, herbicidas y plaguicidas, que fuerzan a la naturaleza a producir más allá de unos límites que permitirían mantener un mínimo equilibrio biológico y ecológico del entorno. A la negra marea de residuos tóxicos, cancerígenos o alteradores hormonales, con desastrosos efectos sobre la salud de los consumidores (y de los agricultores), se está añadiendo una larga lista de plantas modificadas genéticamente (OGM), con las que se promete aumentar la producción mundial de alimentos (aunque las experiencias de cultivos a gran escala demuestran que no es así), pero de las que se ignora por completo las posibles repercusiones negativas en cuanto a desequilibrios ecológicos y más aún en lo referente a la salud de los consumidores de tales productos.
JUSTIFICACION
Todo ello nos lleva a plantearnos la necesidad de consumir alimentos con garantía de producción ecológica, si realmente estamos preocupados por nuestra salud, la de nuestros hijos y la del planeta en su conjunto.
Se puede alegar que consumir productos biológicos o ecológicos resulta caro y no está al alcance de todos los bolsillos, pero hay que tener presente que los alimentos de producción convencional consiguen mantener precios bajos a base de mecanizar e industrializar los procesos de producción y, sobre todo, forzar las plantas cultivadas con infinidad de agroquímicos.

Valga de ejemplo una simple y cotidiana lechuga, tan familiar en la mayor parte de las mesas. Su producción con métodos naturales (sin forzar) suele conllevar que tal lechuga permanezca un mínimo de dos o tres meses en la tierra (absorbiendo nutrientes vitales y realizando fotosíntesis a partir de la radiación solar), mientras que su homóloga de cultivo químico estará en la tienda a los 50 días, como máximo, gracias a un desarrollo acelerado forzado con nitratos, agua y fitohormonas de aceleración del crecimiento vegetal. Los desequilibrios ecológicos y biológicos a los que se ven sometidas las pobres lechugas (y el resto de cultivos) se traducirán en una gran propensión a padecer toda clase de plagas y enfermedades, que serán controladas con plaguicidas químicos, parte de los cuales permanecerán como residuos en la planta al ser cosechada y en el momento de consumirla. La competencia de las llamadas malas hierbas se controlará básicamente a base de herbicidas, de los que tanto se está abusando que sus residuos empiezan a detectarse en las capas freáticas subterráneas e incluso en el agua potable de la mayoría de zonas agrícolas.
Por todo ello, el mayor precio de los productos ecológicos está más que justificado, pero cuando la precaria economía familiar no nos permite acceder a ellos nos queda el plantearnos su cultivo en función de nuestras posibilidades.
Muchos pensarán que esto es difícil o imposible, pero lo cierto es que, cuando se desea y se dispone de un espacio, por pequeño que sea, de algunos ratitos al día o a la semana y de un mínimo de información básica, resulta algo tan sencillo como gratificante, e incluso terapéutico, ya que, además de producir alimentos sanos y ecológicos, las labores en el huerto o en el balcón comestible suponen un acercamiento y un contacto directo con la vida y la naturaleza, al tiempo que realizamos el ejercicio indispensable para mantenernos sanos y en buena forma. En la práctica, un huerto familiar no requiere ni demasiado tiempo ni demasiado esfuerzo, aunque sí exige un mínimo de ganas de trabajar y cierta sensibilidad hacia la naturaleza.

Es interesante apreciar las bondades de la tendencia de la agricultura vertical para producir alimentos de consumo personal, como para aumentar el contacto con la naturaleza, generar bienestar en las personas y contribuir al embellecimiento de espacios públicos y privados. En muchos lugares la agricultura urbana y específicamente los huertos verticales son fuente de un gran interés y desarrollo, así que ¿por qué no partir en casa?



OBJETIVO

El objetivo del presente trabajo es presentar una propuesta de para cultivar especies vegetales en casa aprovechando el espacio y utilizando materiales económicos y de fácil adquisición.






HUERTOS VERTICALES

Los huertos verticales plantean una solución al problema de los espacios reducidos en las ciudades, ya que permiten cultivar una amplia gama de plantas que van desde las ornamentales medicinales , aromáticas y hortalizas, hasta, por qué no, pequeños frutales en espacios como balcones, terrazas, azoteas, patios cementados, o en cualquier lugar donde la tierra es de difícil acceso. Lo importante es no restringir nuestra imaginación y plantearnos el desafío de construir un huerto vertical doméstico.

Cualquiera puede experimentar la creación y construcción de su propio huerto o jardín vertical, sujeto a limitaciones presupuestarias, espaciales y familiaridad con el cultivo de plantas. La intención principal de este trabajo es crear un huerto atractivo, fácil de manejar, que nos produzca un beneficio productivo, estético y ambiental.

MATERIALES

1 tubo de PVC de 1.20 m aproximadamente.

Una cubeta

Botellas de PET

Tierra

Semillas o plantas

Procedimiento

1.      Se hacen perforaciones en los costados del tubo de PVC.

2.      Se recortan botellas de PET para crear bases y se fijan en las perforaciones del tubo con cinta.

3.      Se rellena de tierra la cubeta y el tubo.

4.      Se decora con pintura.

5.      Se siembran semillas o se trasplantan plantas diversas, pueden ser comestibles, ornamentales o aromáticas.

6.      Se riega regularmente.








CONCLUSIONES



Esta forma de cultivo demuestra tener múltiples beneficios, entre los que podemos destacar:



·         Posibilita la producción de alimentos para autoconsumo, puesto que pueden cultivarse especies comestibles.

·         Optimización del espacio, incluso en las aéreas urbanas donde las viviendas son pequeñas o no cuentan con un jardín. Así que es posible que en un departamento pequeño se cuente con un huerto de este tipo.

·         Fomenta el reciclaje, ya que pueden aprovecharse todo tipo de materiales en su construcción.

·         Es económico dado que el material requerido es de fácil adquisición e inclusive material que de otra forma seria desechado.

·         Tiene función ornamental, puesto que es posible cultivar especies florales además que puede decorarse el huerto según el gusto del propietario.



Por todo lo anterior, se puede concluir que los huertos verticales son una alternativa viable a la falta de espacio en las ciudades, además de contribuir a la economía domestica y también la disminuir el problema de la contaminación del aire.







FUENTES DE INFORMACION



http://www.guioteca.com/plantas-y-energia/como-hacer-un-huerto-vertical-1%C2%AA-parte/



http://llamadoalaconciencia.wordpress.com/2012/01/15/como-hacer-un-huerto-vertical-con-botellas-desechables/



http://elblogverde.com/huerto-casa/

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